«Las vacaciones son un importante descanso en la vida académica. Son un medio óptimo para reponer y restaurar fuerzas físicas. Es tiempo que debemos de invertir de forma divertida y formativa para nuestros hijos y para nosotros mismos. El descanso es necesario para restaurar las energías perdidas y para que el trabajo sea más eficaz. Solo basta verlo cuando no hemos dormido una noche y, a la mañana siguiente, no hay quien atienda en clase, en una reunión, no hay quien estudie ni trabaje. Pero, sobre todo, el descanso es necesario para servir mejor a los demás.» Todas estas afirmaciones las habremos escuchado una, dos o veinte veces. Son afirmaciones que contienen mucha verdad y necesarias de recordar ahora que llegan las vacaciones. Pero, ¡cuidado! Las vacaciones no son no hacer nada: es distraernos en actividades que suponen menos esfuerzo. No confundamos el descanso con la pereza. Ha llegado ese momento crítico. ¿Qué hago ahora? Desde Torcal siempre me han animado a hacerme un horario "con boli y papel". Un horario donde incluya el tiempo para estar con mis amigos, con mi familia, visitar a mis abuelos, ayudar a poner la mesa en casa, recoger mi cuarto, leer, hacer oración, ir a Misa... Existen tantas actividades que podemos hacer en vacaciones... Muchas de estas actividades suponen mínimo esfuerzo; mientras que otras, quizás, suponen vencernos a nosotros mismos. Es importante que cada uno se haga su horario. Una vez pregunté: "¿Y puedo jugar a la Play Station?" "¡Por supuesto que sí! ¿Cuánto tiempo?", me contestaron. No se trata de hacer un horario de obligaciones, sino de distribuir tu tiempo de acuerdo con lo que tú quieres hacer cada día. En otras palabras: no se trata de "poder hacer" o "no poder hacer", sino de cuánto tiempo quiero dedicar a cada una de las actividades, entre las que incluyo: ¿Cuánto tiempo quiero dedicar a jugar a la Play? Y, por último: Las vacaciones, ¿con o sin Dios? Yo la maleta la preparo con el bañador, las gafas de sol, algo de ropa -a veces mucha-, desodorante, colonia… Todavía no ha llegado mi etapa de meter también un cuaderno de crucigramas. Pero, también podría caber. Las vacaciones, la maleta, la playa… Son en esos momentos cuando empieza a existir el peligro de vivir el tiempo de verano como si Dios no existiese. Podría citar una lista extensa de cosas que aprendo cada año en los veranos de Torcal y me ayudan mucho a vivir este tiempo con y para Dios.
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